Requiem por un sueño
FRANCISCO SAN JOSÉ LÓPEZ-TAFALL
Antes de comenzar con el asunto que me ha llevado a ponerme hoy delante de un teclado con el único propósito de que la gente conozca un poco más sobre las historias que no suelen salir en los periódicos, querría pedirle disculpas a usted, querido lector, por mi falta de capacidad redactora, mi excesivo uso de la ironía, y por la falta de complejidad de mi mensaje. Pero de pequeño me enseñaron que para evitar los mosquitos lo mejor es usar un insecticida, así que es lo que haré.
Requiem por un sueño, ¿suena bien, verdad? A primera vista parece el título de una obra musical de algún compositor del siglo XVI, o el de la conocida novela de Hubert Selby Jr. de 1978. Pero no. Lo que hoy intento plasmar es un cántico de adios al sueño de un grupo de casi 50 personas, que fue sometido a pena de muerte por uno de los mayores enemigos de la imaginación y la cultura en este país. Los más técnicos lo conocen como Sociedad General de Autores y Editores, pero los de la LOGSE lo llamamos simplemente SGAE.
Nos situamos en Julio del curso académico 2008-2009 del colegio La Salle, en la norteña ciudad de Santander. Les invito a todos a que suban al piso donde se estudia el Bachillerato, entren en la primera puerta a la izquierda, y se preparen para ver al temible adversario de esta agrupación que protege los derechos de miles de autores.
No, sus ojos no les engañan. Es un grupo de teatro formados por alumnos y ex-alumnos de entre 15 y 22 años, sin experiencia profesional en el tema. Jóvenes derrumbados sobre el suelo de un escenario, con caras tristes y desilusionados. ¿El por qué?. Permitanme que vuelva nueve meses atrás y se lo explique.
Un año más este grupo de teatro se dispone a comenzar sus ensayos, y esta temporada les espera algo muy grande. El proyecto consiste en hacer una fusión de los musicales de la famosa historia de El diario de Ana Frank, y la también reconocida obra de El niño con el pijama de rayas. Un guión adaptado a la recreación de las catástrofes que se dieron durante la Segunda Guerra Mundial, pero sobre todo adaptado a las capacidades de un grupo cuyo único presupuesto sale de sus bolsillos; especialmente de los de su director, que un año más se carga esta responsabilidad a sus espaldas a sabiendas de que no habrá más beneficio para él en esa obra que los aplausos que logre arrancar al público.
Es así como transcurren los meses. Ensayo tras ensayo crece la ilusión de todo el elenco por la obra, una pieza que envolvía a todos, y que para muchos era una manera de evadirse durante unas horas a la semana de todo lo demás, de apartar sus problemas para introducirse en la mente de otra persona, que piensa y siente de formas muy distintas a lo que dejaban tras la puerta de la sala.
Y al fin llega el momento de las representaciones. Los nervios estaban a flor de piel, y los actores sabían que era el momento de demostrar el trabajo de todo un año, de enseñar a todo aquel que quisiera verlo los horrores de esa época tan dura para la mayoría de las personas en este planeta. El éxito fue absoluto. La sala enmudeció durante toda la representación, y cuando todo terminó, los aplausos se mantuvieron en el aire durante minutos, ahogados solo por las lágrimas en las caras de muchos miembros del público, y como no, de todos y cada uno de los componentes del grupo. Y sí, como podreis haber deducido, yo era una de esas personas, uno más de los que escondido tras las cortinas ya cerradas, daba brincos de alegría al ver su trabajo y su esfuerzo recompensados de esa forma.
Y así parece acabar la cosa, pero no. La calidad de la obra había llegado a oidos de algunos medios de comunicación, como el Diario Montañes, y de otros grupos de teatro con mucho peso de la ciudad. Fue por ello que los dirigentes del grupo nos convocaron a todos para hablar de un tema urgente. El Palacio de Festivales de Santander nos ofrecía la posibilidad de volver a representar nuestra obra allí, de actuar ante miles de personas, personas que dejaban de ser en su mayoría familia y amigos de los actores para convertirse en un público mayoritariamente selecto y con gran afición por el teatro.
Era como un sueño hecho realidad, y sí, era el sueño al que hoy dedico este canto lúgubre. Y es que esta representación se quedó en nada. Nuestras ilusiones se quedaron en nada. El por qué es sencillo.
La banda sonora utilizada en la representación no era propia, sino extraida de otros musicales similares, y uno de los miembros de nuestra querida SGAE se había ocupado de venir a ver la pieza realizada por un grupo de alumnos de colegio en busca de irregularidades que por supuesto encontró. En nuestro forzado presupuesto no habíamos incluido pagar a estos señores por utilizar esas canciones, por lo que la actuación en el Palacio de Festivales fue cancelada hasta que hubiesemos saldado cuentas con ellos.
He de añadir que debido al hecho de que todo el espectáculo era gratuito, su demanda no tenía validez alguna, pero para cuando esto se solucionó era demasiado tarde.
Como todos sabemos, la SGAE es una asociación de personas que protegen los derechos de autor de miles de escritores, cantantes, y demás personas relacionadas con el mundo del arte en este país. Y sin duda su trabajo es fundamental para que todos esos artistas que tienen algo que decir puedan hacerlo, y ganar con ello un beneficio que les permita vivir, o en caso de los menos afortunados, tener algunos extras que rellenen sus carteras; y por supuesto que nadie pueda usar esas creaciones con ánimo de lucro, para beneficiarse del trabajo de otros.
¿Pero arrasar con el sueño de 50 chavales que realizan una actividad simplemente por hobby, sabiendo que no sacan nada más que la satisfacción por lo realizado, por llenar sus bolsillos? ¿ No es esto contra lo que ellos luchan? Porque yo siento que alguien ha intentado aprovecharse de mi trabajo y el de mis compañeros.
Por Dios, ¿dondé está el sentido común, amigos?. Parecíamos niñas jugando a la comba perseguidas por la Inqusición y acusadas de brujería.
Entiendo que ellos tienen que realizar su trabajo y lo respeto. Pero cuando a mi me dan un oficio lo primero que me piden es eficiencia, para los de la LOGSE, hacer bien mi trabajo. Y señores míos, no informarse de cuándo puedes o no aplicar una demanda de ese tipo debido al uso de una banda de sonora ajena al elenco de la obra, y proceder sin saber si lo que estás haciendo es correcto, no me parecen actos a los que se les pueda colgar la etiqueta de eficientes.
Y puede ser por despecho que hoy escriba esto, pero me gustaría que supieran que gracias a su negligencia todas estas personas que habían estado un año trabajando en un proyecto, e invirtiendo un dinero que seguramente a ninguno le sobraba, se quedaron sin poder vivir en primera persona una experiencia que para muchos era más que una oportunidad; y es que como ya he dicho antes, para muchos de nosotros no era solo eso, era un sueño.
8 comentarios
16/10/2010 15:10
Repito: Joder, Kiko, sólo me puedo levantar, quitarme el sombrero y dejarme las manos en aplaudir tu «Requiem por un sueño».
Im-presionante! Eres un crack!
16/10/2010 18:49
¡Qué movimiento de tripas! No hay mucho que se pueda añadir: ole, ole y ole.
Se merece toda la difusión posible.
16/10/2010 19:07
Podéis hacer una obra como hicieron estos tipos,es decir, usar vuestra imaginación: http://www.ginatonic.net/2010/10/08/la-cancion-de-los-piratas-de-internet-critica-a-la-sgae/
Tenéis de vuestra mano el podre de ser trovadores como los de antes, cantar y parodiar lo que pasa en España. 😉
Este es el vídeo que grabé este verano en Valencia con mi amigo Toni.
En Febrero de 2010 le dije a Toni que debíamos grabar una canción conjunta hablando sobre la piratería y la SGAE.
Todo salió por culpa de los que había ocurrido en Catalunya y el impuesto ridículo para las peluquerías que tenían la radio encendida mientras cortaban el pelo.
Empezamos a reunir información, contrastamos la letra con diferentes entendidos de la materia y Toni compuso la canción.
En Agosto, aprovechando que fui a hacer una charla para la Campus Party, grabé el audio y la imagen para que luego pudiésemos editar bien… y aquí está el resultado!
Imaginaos dos frikis en la playa de Valencia vestidos de piratas con un baúl lleno de CD’s. La gente se hacía fotos con nosotros!!! Flipante 😛
Solo puedo decir que la SGAE son unos chorizos, porque nosotros ya pagamos impuestos para la cultura y esta de mas. Pagamos dos putas veces a esos ladrones.
Animo
16/10/2010 19:32
Como ves a la gente no le importa lo que te pasa hasta que les pasa a ellos.
16/10/2010 20:51
Ya había visto el video y me parece genial. Muchas gracias y ánimo a todos. En nuestra mano está hacer que las cosas cambien.
16/10/2010 21:29
Muy bueno Kiko. Bravo.
25/12/2010 23:35
Ya había visto el video y me parece genial. Muchas gracias y ánimo a todos. En nuestra mano está hacer que las cosas cambien.